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Madera, imprimación, témpera
35, 7 х 30 х 2,2
Museo Estatal de Arte Ruso. San Petersburgo
El icono está dedicado a una de las doce grandes festividades de la ortodoxia, el Bautismo de Jesucristo, que la Iglesia celebra el 19 de enero (6 de enero, según el antiguo calendario). Esta fiesta conmemora el inicio del ministerio de Jesucristo en aras de la salvación de la humanidad y su primera manifestación como Hijo de Dios. La iconografía, en su conjunto, es tradicional y sigue los patrones establecidos en el primer periodo bizantino. Cristo se encuentra en las aguas del río Jordán acompañado de San Juan Bautista, que se inclina ante él. En la orilla opuesta aparecen cuatro ángeles. Los mantos que sostienen indican la costumbre de secar al recién bautizado cuando emerge de la pila bautismal. Además, las manos cubiertas son un símbolo de profunda veneración. Los cuatro evangelistas describieron este acontecimiento (Mateo 3, 13–17; Lucas 3, 21–22; Juan 1, 29–34; Marcos 1, 9–11). En las aguas del río hay peces y dos figuras, personificaciones del Mar y el río Jordán, mencionados durante la liturgia de la festividad de la Epifanía. Su aparición encuentra una explicación en el Salmo 114, 3: «Cuando el mar vio al Señor, se retiró; también el río Jordán dejó de fluir». Estas imágenes proceden de una antigua tradición que se remonta al siglo V. Una particularidad de esta obra iconográfica es la representación del Dios Padre, el Señor de las Huestes, entre nubes, con ropa blanca, sentado en el trono y rodeado de querubines. Esta imagen se basa en un pasaje del Antiguo Testamento: «…se colocaron varios tronos, y un Anciano entrado en años se sentó. Su vestido era blanco como la nieve, y su cabello era semejante a lana limpia» (Daniel 7, 9). De la boca del Dios Padre emerge un rayo con una paloma, símbolo del Espíritu Santo enviado a Cristo. De esta manera se representa con total claridad la esencia divina de Jesucristo como Dios e Hijo de Dios, así como una de las hipóstasis de la Santísima Trinidad.